“Obrando así le enseñaste a tu pueblo
que el justo debe amar a todos los hombres;
y diste a tus hijos la dulce esperanza de que,
en el pecado, das lugar al arrepentimiento.”
Sabiduría 12, 19
Mis hermanos y hermanas en Cristo:
Menciona a una persona a quien amas. Menciona dos personas. Menciona cinco personas a las que amas. Piensa ahora en todas las preocupaciones que tiene, toda la confusión, toda la incomodidad de vivir en este mundo hoy.
La parte más importante de tu vida diaria son las personas que amas. ¿De dónde viene esta fuente de amor? Viene de Dios. Tú eres de Dios. Las personas que amas son de Dios.
Hoy vivimos en un mundo que está cambiando. Podemos sentirnos impotentes por los cambios que vemos ante nosotros o en el horizonte. Anhelamos cómo eran las cosas antes. Si viviéramos en el pasado, piensa en lo que echarías de menos ahora. Podemos anhelar algo que quizás nunca regrese en su plenitud. No volverá porque somos un pueblo diferente al que éramos hace apenas cuatro meses. Si estamos viviendo a través, con y en Dios, seremos diferentes una y otra y otra vez. A medida que crecemos en nuestra fe, cambiamos y nos volvemos firmes en nuestro amor a Dios y en el amor mutuo. Nosotros entendemos el significado de Sacramento. Sagrado ya no es una palabra, sino que está dentro de nuestro ser.
Sí, las cosas son diferentes hoy de lo que eran ayer, o hace cuatro meses, o incluso un año atrás. Y es posible que los cambios no hayan sido anticipados, ni deseados, ni queridos. Vuelvo a mi pregunta inicial: ¿Quiénes son las personas que tú amas? Son aquellas a quienes debes abrazar y amar en este mundo cambiante. Esa es la constante que Dios nos da: Su amor por nosotros que trasciende todas las edades. Esto es lo que Dios nos pide, que nos demos unos a otros, sin importar el tiempo o las diferencias que ocurran.
Recientemente, en la Iglesia Católica Queen of Peace, Ocala, Steven Anthony Shields, de 24 años, condujo su camioneta contra las puertas de cristal de la iglesia y las rompió. Luego, arrojó un material combustible al nártex de la iglesia y lo encendió, provocando un incendio. Afortunadamente, aunque había gente en la iglesia preparándose para la celebración de la misa, nadie resultó herido. Ese sábado, debido a ese incidente, fue una experiencia diferente a la que la mayoría había planeado. El Padre Patrick O’Doherty, párroco, pasó el día hablando con la policía ya que los terrenos de la iglesia se convirtieron inmediatamente en la escena del crimen. Su personal se movilizó con representantes diocesanos para evaluar los daños y anticipar la limpieza después de que los socorristas hubieran completado su investigación. Debido a la naturaleza de la violencia, se llamó al FBI. Jennifer Drow, Secretaria de Comunicaciones de la Diócesis de Orlando, se estaba preparando para la fiesta de cumpleaños de su hijo con su familia, cuando la llamaron para comunicar a varias audiencias lo que había sucedido y lo que estaba ocurriendo. Yo estaba desayunando cuando me llamó el Padre O’Doherty. Inmediatamente me subí a mi auto, cambié mis planes para el día, y manejé hasta Ocala para apoyar al Padre O’Doherty y a los feligreses. El Padre Ed Waters, Decano del Decanato Norte, y su Director de Vida Parroquial, el Sr. William Burns, fueron consultados y condujeron hasta la escena del crimen.
Con todo esto, el Padre O’Doherty tenía la esperanza de que la investigación se completara antes de la celebración de la Misa de la Vigilia para que los feligreses pudieran venir a rezar, aunque fuera en el salón parroquial. ¿Qué fue lo más importante? Estas fueron las cosas en las que pensamos: la seguridad de la gente; la oportunidad para rezar; la oportunidad para alabar a Dios y pedirle perdón.
La clemencia y la indulgencia de Dios están siempre presentes. Él es compasivo. El Sr. Shields parece ser un hombre enojado y preocupado. Nuestra respuesta para él no es ira; nuestra respuesta para él es lo que Dios nos ofrece a nosotros, que también estamos preocupados y enojados de diferentes maneras. Dios nos ofrece compasión y perdón. Lo haremos responsable de sus acciones como lo establece la ley civil. Dios lo hará responsable de sus acciones en Su tiempo.
La Palabra de Dios es la calma de la tormenta, la constante inconstancia, el baluarte de nuestra fe, la fuente de la esperanza. No tengas miedo. Que Dios sea nuestra certeza ahora y siempre.