Mis Hermanas y Hermanos en Cristo:
Cuando pienso en Dios, pienso en una palabra: paciente. Una y otra vez las Escrituras profesan a nuestro paciente Dios. En todos los casos, escuchamos que Dios no se aparta de nosotros, incluso cuando nos alejamos de Él. El Papa Francisco dijo: “Dios siempre nos está esperando, nunca se cansa. Jesús nos muestra esa paciencia misericordiosa de Dios para que podamos recuperar la confianza, la esperanza, ¡siempre! Un gran teólogo alemán, Romano Guardini, decía que Dios responde a nuestra debilidad con su paciencia, y ésta es la razón de nuestra confianza, de nuestra esperanza (cf. Glaubenserkenntnis, Würzburg, 1949, p. 28). Es como un diálogo entre nuestra debilidad y la paciencia de Dios, es un diálogo que, si lo hacemos, nos dará esperanza”.
La paciencia de Dios por nosotros, Su generosa misericordia, se ofrece en Su búsqueda de nosotros. Él hace todo para decirnos que nos desea; que no importa lo terrible que hayamos hecho, Él nos perdonará. Simplemente tenemos que venir a Él. La paciencia de Dios suscita en nosotros el valor de volver a Él, por muchos errores y pecados que haya en nuestra vida.
En la Escritura que cité del cuarto domingo de Pascua, San Pedro insta a la paciencia a aquellos a quienes escribe: a nosotros.
Él anima a la gente a ser paciente como Dios. Esa paciencia significa que debemos soportar el sufrimiento por hacer el bien. En la época de Pedro, podría haber estado hablando de la persecución que estaban experimentando los primeros cristianos. Sin embargo, hoy también experimentamos persecución, a veces a través de las palabras de intimidación de unos a otros o por la discordia del gobierno por nuestras creencias religiosas, o por la falta de creencias de familiares o amigos. Pedro dice que otras formas en las que soportamos pacientemente el sufrimiento son no pecando; no hablando palabras de engaño, no menospreciando; no respondiendo a insultos cuando los insulten; y no amenazando cuando se sientan amenazados. Pedro nos recuerda que por las heridas de Jesús somos sanados.
Esa curación viene del perdón de Cristo; la paz que Él infunde sobre los apóstoles mientras estaban temerosos ante Él; es la paz que concedió a los viajeros en el camino de Emaús; es la paz que nos abraza mientras soportamos pacientemente el sufrimiento. A través de ese abrazo, también ofrecemos su paz cuando tomamos la mano de alguien despreciado; cuando oramos por una persona, en lugar de hablar palabras de discordia; cuando participamos en la celebración de la Misa todos los domingos, aunque los amigos nos llamen para jugar al golf. Llamamos a Jesús el Buen Pastor y San Pedro dice que nosotros también debemos imitar al Buen Pastor y vivir para la justicia.
También experimentamos dudas y preocupaciones y podemos perder el rumbo por nuestras situaciones terrenales, incluso cuando profesamos nuestro amor por Dios. ¿Cómo nos mantenemos fieles? Sabemos que la respuesta es recibir a Jesús en la Eucaristía. Jesús está con nosotros, en nosotros y vive a través de nosotros. La Eucaristía nos trae a Jesús y nos llevamos a Jesús unos a otros cuando lo recibimos ‘a través de la puerta’ y salimos a servirnos unos a otros.
Nos vemos unos a otros a través de la paciencia de Dios. La Sra. Bettye Williams, feligresa de la Parroquia Holy Cross en Orlando, fue honrada recientemente como voluntaria del año 2023 por el Centro de Recepción de la Florida Central. La Sra. Williams es una de los más de 500 voluntarios que dedican tiempo a evangelizar a reclusos varones encarcelados. La Sra. Williams es una humilde sierva del Señor. Ella ve a las personas a las que sirve como el Jesús encarcelado.
Cada uno tiene una dignidad nacida de Dios. Sí, pecaron. Ellos cometieron crímenes. Ellos son tan dignos de la Eucaristía como tú o yo cuando denuncian su maldad, buscan el perdón y corren a los brazos de Dios. La Sra. Williams lo sabe. Ella sabe que no se volverán a Dios sin su defensa, sin su vida de justicia. Como muchos de ustedes en su vida diaria, la Sra. Williams es un ejemplo de paciencia a través del sufrimiento. Ella no menosprecia a estos hombres. Ella los sirve con el amor de Dios.
Vengan a la mesa del Señor. Reciban la Eucaristía. Déjense abrazar por la misericordia de Dios. Alábenlo por Su paciencia porque siempre nos da más tiempo para ser Eucaristía. Que nuestra paciencia en el sufrimiento por hacer el bien trascienda a las personas que encontramos, que conozcan al Buen Pastor y vengan a seguirlo.