Padre Celestial,
Desde nuestro nacimiento,
Tú nos has invitado a ser
parte de tu cuerpo.
En tu mesa,
tú nos ofreces
tomar y comer la eucaristía,
para recibir a Jesús
en lo más profundo de nuestra alma.
Tu amor profético
llena el anhelo de nuestro corazón
y caminamos con esperanza,
pues ya no te somos extraños.
En este sagrado misterio,
nos llamas a hacer por los demás
lo que tú has hecho por nosotros.
Transfigurados por tu espíritu santo
prometemos ser eucaristía
los unos para los otros,
a fin de que todos te conozcan
hasta el final de los tiempos.
Amén.